La última conversación de Benedicto XVI
Ricardo Bello – Revista SIC
Mario Vargas Llosa, y no sin razón considera, al Papa Emérito uno de los grandes intelectuales de nuestro tiempo y más de un sacerdote me ha comentado en privado que su obra teológica lo ubica sin duda en la tradición de los Padres de la Iglesia. Otros lamentan su actuación como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y comparan su trayectoria a la de un temible perro guardián, una especie de Rothweiler del Vaticano, la mano oscura de aquella temible Inquisición de cuyos excesos la memoria humana parece no haberse recuperado. Su carisma no fue el de Juan Pablo II, ni se acerca al de Francisco, pero una lectura de la última larga entrevista que le hizo Peter Seewald, conocido periodista alemán, nos muestra un lado más privado, más íntimo, menos controversial. Seewald conversa con un Papa de carne y hueso que recuerda episodios de su vida sin ánimo de crear polémicas. Leímos otra conversación similar publicada en el 2010 con el título Luz del mundo (Licht der Welt), pero está más reciente, que salió publicada hace apenas una semana – Ultime conversazioni o Letzte Gespräche – es interesantísima. Son raras las ocasiones, inexistentes más bien, para tomarse un café o una taza de té con el Papa, pero esa es la impresión, como si estuviéramos en en una reunión íntima, privada casi, con Benedicto XVI, confesando él y admitiendo sus debilidades, carencias y también la firmeza de un intelecto de primera, bien entrenado, que aún funciona como un buen motor alemán, a pesar de sus años.