Alexis Aponte.- La política venezolana tiene unas características, que según un amigo, son propias del trópico: su dinámica, su velocidad y la sorpresa.
Planificar para dentro de una semana, se ha hecho difícil. Hacer presupuestos, planificación estratégica, proyecciones, prospectiva, son tareas arduas que requieren una gran concepción holística de entornos socio políticos y económicos complejos. En nuestra realidad de la mañana es difícil imaginar que va a pasar en la tarde
La política en Venezuela es el marcador de toda la vida en sociedad, además es complicada y enredada. Todo es cambiante, por los sucesos diarios, por la cantidad de actores, por la aparición de nuevas caras, por la ausencia de un liderazgo tanto en lo referente individualidades como a nivel de partidos políticos. Por el contrario, hoy día existen muchas figuras al frente de las manifestaciones, que arriesgando su vida e integridad física se están ganando el respeto de los ciudadanos.
Estamos en presencia de un cambio en la forma y manera de hacer política. El político mediático, sinuoso y taimado está dando paso a un grupo de jóvenes aguerridos, rectos y con sensibilidad ante la realidad venezolana. Hay materia prima que se está templando al calor de las luchas sociales, al lado y con la gente compartiéndolo todo, entre ello: lo bueno y lo desagradable. Estos muchachos a diferencia de los políticos a los cuales estamos acostumbrados, no se consiguen en restaurantes o bares de lujo, están en las calles y avenidas de las ciudades.
Otro cambio importante que estamos presenciando es el epicentro político venezolano. Hace unos meses el quehacer político lo diseñaba la Mesa de Unidad Democrática (MUD), llegada la elección de los parlamentarios nacionales y el triunfo de la opción democrática, la actividad política se traslada a la Asamblea Nacional (AN), quien venía dirigiendo hasta hace unos 70 días la actividad política. Hoy estamos en presencia de un cambio del centro político del país, por lo demás sobrevenido.
La calle y la Fiscalía General de la República (FGR), se han convertido en los nuevos polos de la acción política. La calle es la manifestación de una sociedad que no tiene otro mecanismo de expresarse democráticamente, que ha visto cercenadas todas las salidas políticas y por lo tanto recurre a la última y hoy día única manera de expresarse a través de la protesta social. En la calle se está templando el acero.
El otro centro político lo constituye la FGR en persona de la ciudadana Fiscal, quien para sorpresa de muchos ha asumido una posición apegada a la ley, al denunciar el rompimiento del hilo constitucional, denunciar por írrito la convocatoria a constituyente y la legitimidad de los magistrados nombrados en el TSJ, mediante un procedimiento expreso. La decisión de la Fiscal, ha desarticulado el juego del gobierno, con una argumentación jurídica bien elaborada y desarrollada por quien hasta hace poco era una columna de la revolución le ha abierto otro frente de lucha, además de la calle, a un gobierno en retroceso.
Es difícil creer que la Fiscal está sola, cual Quijote, en esta dura lucha frente al gobierno. Por el contrario, se intuye apoyo político, económico, jurídico y nos atrevemos a decir también militar, porque ahora ellos también deliberan y hacen simulaciones de escenarios. Probablemente estamos en presencia de la elaboración de una ecuación formada por el hambre, más escasez, más la calle y el Derecho (el ejercicio constitucional) con una resultante igual a una lucha social de dimensiones desconocidas, pero interesante y lógica en la evolución de los acontecimientos. Esto sin tomar en consideración variables decisorias que aún no han jugado.
El centro político cambió y es una realidad que no podemos soslayar. La política no es como me gustaría, sino como es, realidades complejas en un mundo de intereses. Su análisis tiene que ser frío y lo más racional y objetivo posible. Ante un adversario que juega duro, con poder militar y sin escrúpulos, el juego tiene que ser inteligente, hábil y organizado. Los jugadores tienen que saber construir toda una política de aliados y militantes, inclusiva y participativa en pro de la reconstrucción de una verdadera democracia.