El collar de la reina y la nariz de Cleopatra, por Julio Castillo Sagarzazu

El collar de la reina y la nariz de Cleopatra, por Julio Castillo Sagarzazu

Julio Castillo Sagarzazu.- La historia ha recogido estas dos anécdotas convertidas en libros por Alejandro Dumas y Judith Thurman en lo que ahora los investigadores sociales y luego de la obra de Nassim Taleb, llaman “El Cisne Negro”. Se trata de uno o varios eventos, aparentemente triviales, que logran cambiar el curso de los acontecimientos y en ocasiones de la historia.

El collar de la Reina se refiere a un oscuro suceso ocurrido en Francia relativo a una joya costosísima que fue presentada a María Antonieta para su compra. Era tal su costo que una cortesana se agencio la participación del Cardenal De Rohan, un riquísimo prelado para que prestara su nombre (un testaferro pues) para que lo comprara y ofrecerlo a la Reina. De esa manera evitarían el escándalo de tal dispendio en un Paris donde la gente moría de hambre. El manejo del asunto fue muy torpe por parte de la Corte y filtrado a la gente se convirtió en un acicate que ayudo a enardecer los ánimos para el levantamiento popular que luego costo el pescuezo a María Antonieta y a Luis XVI.

El de la nariz de Cleopatra es un poco más fantasioso y se refiere a una reflexión hecha por Blas de Pascal alrededor del 1.600 y quien afirmo que si la nariz de Cleopatra hubieses sido más pequeña la faz de la tierra habría cambiado para siempre. Contaba que, luego de la muerte de Marco Antonio, la reina egipcia trato de seducir a Octavio y este la rechazo por tener la nariz demasiado grande. Es obvio que, si el gusto de Octavo por las narices hubiese sido distinto, otro gallo habría cantado en la historia.

En realidad, si revisamos los grandes hitos de la historia, terminamos concluyendo que, al igual que ocurre en la naturaleza, el azar, es un ingrediente común a los desenlaces de los acontecimientos.

En La Revolución Francesa obro un papel fundamental este rumor que cundió como pólvora en los barrios miserables de Paris, pero también y fundamentalmente que se había acabado el pan y María Antonieta pronuncio su infeliz frase “Si no hay pan, buenas son tortas…

En la Revolución Rusa, el definitivo ataque al Palacio de Invierno fue obra del dibujo libre del comité de soldados y obreros apostados a sus puertas, hecho sin la autorización y contra la voluntad del Soviet de Petrogrado que tenía días en sesión permanente discutiendo su conveniencia o no.

El Muro de Berlín cayo, luego de que un guardia fronterizo entendió mal una orden telefónica dada por sus superiores sobre si debía o no dejar pasar a la gente aquel día.

Es obvio que se trataría de una superficialidad tratar de explicar hechos históricos a partir únicamente de la ocurrencia de estos hechos triviales. Todos los acontecimientos son siempre el producto de múltiples factores y de la combinación de condiciones objetivas y subjetivas que desatan los nudos gordianos que hace que la humanidad de saltos hacia adelante o hacia atrás. Pero lo cierto, y es lo que pretendemos poner de relieve en esta nota, es que eventos inesperados puedan cambiar y de hecho han cambiado sorpresivamente el curso de los acontecimientos a lo largo de la historia de la humanidad.

Esta afirmación es importante tenerla en cuenta sobre todo hoy en Venezuela cuando se abren paso una cantidad de exóticas teorías que van desde la condena a Venezuela porque somos un país de bobos que no reacciona, hasta la de las conspiraciones internacionales para armar quilombos en América Latina.

En este particular cabe anotar varios sucesos que han tenido lugar en nuestro país y delante de nuestras narices para echar por tierra la teoría de la bobería innata que algunos aficionados a la sociología pretenden vendernos como descubrimiento.

Vamos a ir un poquito atrás nada más que como curiosidad pedagógica. Se trata de nuestro 19 de abril. ¿Alguien podía prever que aquella “llamada a Cabildo” a Emparan para que explicara lo que había acontecido en España y si era cierto que Fernando VII era prisionero de los franceses, podía haber desembocado en el primer movimiento hacia nuestra independencia? Y que ¿Cómo es posible que lo que comenzó con una Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, haya culminado meses después el 5 de julio de 1811, en la Declaración de la Independencia?

Y, un poco más cerca. ¿Quién apostaba luego del fracaso de la intentona de diciembre de 1957 que termino en la huida de los complotados a Medellín donde todos se lamentaban y hacia proyecciones para 50 años más de dictadura, iba a desembocar 23 días después en el derrocamiento de Pérez Jiménez?

Y aún más cerca, ¿Quién apostaba que después de la postración social y política en 2017, una sentencia temeraria del TSJ anulando de facto a la Asamblea nacional nos iba a hacer regresar por millones a las calles, luego de que nuestros sociólogos aficionados habían decretado la muerte de las marchas y las manifestaciones masivas?

Si algo nos muestra justamente los desenlaces políticos y sociales es que no podemos calificar como concluyente ningún hecho y que el péndulo de la historia se mueve con pasmosa y testaruda ocurrencia. Que los muertos en política no existen y que los que hemos matado gozan de buena salud.

Incluso, lo que ha sido verdad en toda la historia se encuentra ahora repotenciado y ocurriendo con velocidad de vértigo, como resultado seguramente de la mega información que recibimos a diario de las redes sociales y los medios digitales de información. Allí están los resultados de las elecciones regionales en Colombia. Petro y Uribe los dos grandes referentes el año pasado han sufrido las más estruendosas derrotas para sus candidatos. Allí están las inmensas movilizaciones de sociedades que considerábamos tranquilas y aparentemente en buen funcionamiento. Allí está el resurgimiento de los grupos pro fascistas en Europa, donde por ley está prohibida hasta su mención.

En la política como en la naturaleza, “nada se pierde, nada se crea, todo se trasforma…

Ojalá se produzca una reflexión en aquellos que han condenado por bobos a los venezolanos a siglos de pesadilla. Nuestro país no será la excepción. Nos moveremos y haremos de este país lo que una vez fue. El mejor para vivir en el mundo entero.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.