¡Argentina un panorama negro!, por Guillermo García N.

¡Argentina un panorama negro!, por Guillermo García N.

Los mercados están haciendo eco de la nueva realidad en medio de mucha confusión y mucha volatilidad


Guillermo García N.- Alberto Fernández resultó victorioso en las primarias argentinas registrando el 47.7% de los votos frente a 32.1% de Mauricio Macri. Este resultado es mucho mayor a lo esperado por los participantes y por las encuestadoras, quienes en su mayoría proyectaban hacia una elección mucho más competitiva (diferencia entre 1-5 puntos). Para ganar las elecciones en primera vuelta, el candidato ganador debe sacar más de 40 puntos y 10 puntos de ventaja sobre su rival más cercano o debe lograr más del 45% de los votos. En ambos casos Fernández se estaría adjudicando la victoria. La probabilidad de que Macri logre la reelección parece muy baja en este momento, para ello debería contar con todos los votos de los demás candidatos de las primarias y una mayor participación en las urnas (la actual fue de 75%).

Los mercados están haciendo eco de la nueva realidad en medio de mucha confusión y mucha volatilidad. La reacción fue inmediata. La bolsa de valores argentina cayó estrepitosamente el día lunes y su principal Índice el Merval, registro una caída de un 34%, los bonos de deuda argentinos bajaban entre un 15% a 20% y el tipo de cambio llego a tocar en un momento de la jornada los 60 pesos por dólar antes de que el Banco Central de Argentina BCRA interviniera para que finalizara cerca de los 53 pesos en el mercado mayorista y cerca de 57 pesos entre los bancos, mientras que en New York, los los ADRs argentinos habían caído hasta 60%.
Antecedente económico. La era del gobierno de los Kirchner dejo una economía con graves y profundos desequilibrios macroeconómicos (inflación, bajos niveles de reservas internacionales, control de cambio o cepo cambiario, default, crédito internacional cerrado, desempleo, recesión, cargado de subsidios a los servicios y combustibles y fragilidad institucional) adicionalmente a un gobierno autoritario y populista en esencia. A esto tuvo que hacerle frente Macri. Efectuar el trabajo sucio y tratar de ordenar la casa. Una tarea muy complicada y con expectativas muy altas de la población en cuanto a prontos resultados de cambio y mejoras. La administración Macri decidió que el camino era el de aplicar un ajuste gradual de la economía y no uno de shock. Posiblemente allí se equivocó, como el mismo lo confeso.
Inflación, tipo de cambio y déficit fiscal los enemigos. En países como Argentina, donde la variable de tipo de cambio tiene tanta importancia, significación y susceptibilidad para los argentinos por las malas experiencia del pasado, así como períodos de hiperinflación e inflación galopante durante muchos años, la credibilidad y confianza a los gobiernos y decisiones de políticas públicas es muy baja. En tal sentido, la viabilidad de un programa de estabilización, como el que se estableció con el apoyo del FMI, esencialmente depende de la credibilidad de la promesa del gobierno de mantener el gasto bajo control, abatir la inflación rápidamente y mantener un mercado de cambio confiable. Los gobiernos que se enfrentan a un problema de credibilidad imperfecta terminan adoptando políticas monetarias y fiscales restrictivas, no porque ello sea óptimo para la economía, sino porque es la única forma que tienen de hacer creíble la promesa de bajar la inflación y estable la moneda. Y es el costo social y político asociado con esas políticas el que termina minando la viabilidad del ajuste, dándole razón a los que ponían en duda su credibilidad. En otras palabras, el costo de la credibilidad imperfecta durante un proceso de estabilización es atravesar una recesión que podría llegar a ser profunda. Esto es lo que el gobierno de Macri a experimentado.
Este trimestre Argentina llega a un punto de inflexión en un año crucial en lo político y económico. El mercado teme que una victoria distinta a la de Mauricio Macri llevaría al siguiente gobierno a incumplir con los acuerdos suscritos con el FMI que eventualmente terminarían en problemas de liquidez y en una cesación de pagos de la deuda internacional. Por lo menos eso es lo que se refleja en los rendimientos de la curva soberana de bonos. Pero en las próximas semanas es cuando realmente se verá si la economía argentina, en cumplimiento estricto del acuerdo con el FMI, es capaz de salir de la recesión en medio de una política monetaria restrictiva que mantiene una fuerte contracción en el consumo. Se espera que la contracción en las importaciones junto con el aumento de las exportaciones traiga un importante número de divisas que en conjunto con las tenues mejoras en el poder adquisitivo real del salario argentino empiecen a impulsar la economía fuera del terreno negativo. El FMI reconoce que el mayor de los riesgos lo representa el tema electoral que puede comprometer la continuidad del ajuste. También reconoce que la volatilidad del tipo de cambio es una variable altamente correlacionada con la popularidad del gobierno al permitir que este utilice casi la totalidad del tercer desembolso (9.8Bn) en subastas al mercado cambiario a razón de USD 60MM por día comenzando a mediados de este mes hasta noviembre.
¿A que le teme el mercado a un triunfo de Fernández – Cristina? A la ya delicada situación económica y ante una salida de capitales abrupta con presión sobre el tipo de cambio, y la disminución de las reservas internacionales; así como el pago de la deuda externa a partir de 2020, 2022 y 2023, el nuevo gobierno podría declarar nuevamente el default de la deuda y establecer el cepo cambiario como primeras medidas. Esto sería nefasto para la Argentina y generaría un panorama negro para el país en los próximos años. Esperemos que nunca suceda.

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