El Arturo Uslar que conocí, por Emilio Figueredo Planchart

El Arturo Uslar que conocí, por Emilio Figueredo Planchart

Siendo yo muy joven tuve la enorme suerte de trabajar al lado de Arturo Uslar Pietri como su secretario privado. Ese contacto diario de lunes a viernes empezaba muy temprano en la mañana ya que tenía que desayunarme con él antes de las 6 am para anotar la agenda del día que consistía en las reuniones que tendría temprano en su casa de la avenida los pinos de la Alta Florida, luego ir al parlamento y allí yo me ocupaba de filtrar las múltiples solicitudes que a diario le llegaban y a la tarde, después del almuerzo, me tocaba acompañarlo a la sede de su partido el FND en el Paraíso.

Uslar era un hombre muy organizado y metódico y con rutinas establecidas como la de hacer una breve siesta después del almuerzo y de dedicar los fines de semana a su vida privada en su residencia de Tanaguarena.

En los tres años que trabajé con él nunca le vi perder la compostura ni expresarse mal de ninguna persona y recibía a todos los que lo visitaban con la misma cordialidad la única diferencia que podía notar era a quienes recibía en su biblioteca y a quienes en el porche.

Entre la enorme cantidad de gente que desfilaba por la casa para conversar con el recuerdo su particular agrado cuando lo visitaban Gonzalo Barrios, Pompeyo Márquez, su primo Alfredo Boulton, Jóvito Villalba. En verdad en esos años no hubo prácticamente un político o personalidad que no haya pasado a conversar con él salvo que me recuerde, Rafael Caldera, con quien guardaba un fuerte resentimiento por lo ocurrido en la caída de Medina en la que Caldera entonces procurador le acusó de peculado.

De las anécdotas que más me impactaron de mi relación con Uslar fue cuándo le pregunté sobre el para mí inexplicable suicidio de Alirio Ugarte Pelayo quien había almorzado el día anterior con Arturo y él me contestó de manera lacónica – Emilio, lo mató la impaciencia.

Ahora al cumplirse quince años de su muerte guardo un cálido recuerdo de su memoria y ciertamente fue un hombre excepcional con sus naturales fallas humanas pero dotado de una extensa cultura, una gran memoria y un extraordinario divulgador cultural .

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