Geopolítica, gobernabilidad, realidad y redes, por Joaquín Ortega

Geopolítica, gobernabilidad, realidad y redes, por Joaquín Ortega

Joaquín Ortega.-

Geopolítica y visual

En un coliseo de incertidumbres las emociones se vuelven confusas, las indicaciones que puedan darse resultan vagas y las decisiones terminan siendo vacilantes. La malaventura del mundo globalizado -e híper informado- es que ante tanta violencia solapante, únicamente el más espectacular de los resplandores llama la atención del ciudadano extranjero promedio; y por lo tanto, mucho menos le incumbirá la opinión pública interna de su país, a quienes ejerzan el poderío sobre ese pedazo del globo en particular.

Para muchos Venezuela es un problema, pero todavía no es un apremio. Existen mayores niveles de conflictividad en el mundo sobre los cuales, tanto Estados Unidos como sus aliados, deben plantarse. Pensemos en la materialidad financiera de la violencia narcotraficante de México… en la crisis predictiva post Al Qaeda en Yemen… en la fluida y micro alteradora praxis en Palestina… en las altisonantes y erráticas muestras de fuerza de Corea del norte… o en las crecientes claves no verbales desenvueltas, tanto en el mar de China, o en la frontera China-India-Pakistán. Vemos, entonces una sucesión de conflictos -concurrentes y solapados- cuya sola existencia no demerita, pero sí oculta la existencia de nuestras propias circunstancias.

Gobernabilidad por conflictos, gobernabilidad por distracción

En la política apoyada por partidos políticos y Mass Media se ha acostumbrado a las audiencias ciudadanas a no pensar por sí mismas. Ha sido, sin duda, una trampa contra la razón ilustrada, contra la deliberación política y contra el propio ágora interno. Con el tiempo todo ejercicio de convencimiento, al no sostenerse en valores sino en mera retórica, terminan agotándose y sucumbiendo ante aquellos actores quienes demeritan de un plumazo, cuanto logro se haya obtenido por la tradición y continuidad del proyecto político previo, presto a desmantelarse.

Un método típico para gobernar por distracción es conocer la naturaleza de las urgencias. Si las urgencias existen, el grupo humano que las vive aprende a manejarlas y las supera. Imagine una calle en donde se desborde regularmente una quebrada y que no reciba ayuda de su alcaldía o gobernación. Inevitablemente, la gente se organiza, se acuerdan tareas –quién vigila, quién anuncia, cómo se anuncia-, se definen horarios, se preparan las dinámicas de colaboración y apoyo mutuo.

Frente a este método, existe una estrategia que es la de crear la urgencia. De ésta manera el líder se luce, puesto que ya tiene la solución al problema que él mismo ha creado. Piense usted en todos los renglones por los que ha padecido: alimentación, divisas, hampa, salubridad, medicinas, higiene, etc.

En una sociedad democrática, los líderes pudieran cumplir con la labor de enseñar a su comunidad organizada cómo resolver de la mejor manera sus apremios, pudiendo dar respuestas de forma incremental y planificada. Si la visión es hegemónica, populista o totalitaria los eslabones de comunicación se convierten en cadenas de mando que ralentizan e imponen autoritariamente diligencias y controles.

Burocracia y represión frente a un enjambre que evoluciona

El proceso de manejar y conducir tanto a la opinión pública, como a los actores políticos tradicionales ha respondido a operaciones psicológicas de la más flamante generación: inserción de opinión… manipulación emocional… intentos de reformateo de Mind Frames -o cuadros mentales-… alteración de patrones de consumo… modificación de la dieta e incluso reconstrucción de la gramáticas para que sea la masa ideologizada –por encima del individuo- quien primero posicione a algunos temas políticos, frente a parcelas básicas de la biología humana como son la auto preservación, la alimentación balanceada o el aseo personal.

Ante esto, y por contraposición a estos modelos de conducción pública novedosa, se invoca -de una manera, muy a la ligera- temas asociados como la balcanización del país. Palabras más palabras menos, en escenarios de balcanización -o caos político armado- “son los pobres quienes históricamente han luchado contra las burocracias socialistas”. Y de hecho, gran parte de la bibliografía de tesitura esencialmente marxista –desde Hobsbwam y Wallerstein, llegando a Hardt y Negri- lo destaca: no importa la clase o la auto percepción del ciudadano -sea antifascista, comunista o nacionalista de base étnica- el enemigo visible es la burocracia centralizada y parasitaria.

¿Qué esperar en estos días?

Algunos puntos reiterativos desde el poder:

La resignificación de la violencia construyendo una propaganda hacia afuera del país que señale los crímenes que el propio gobierno produce, como una acción de la oposición no leal. El concepto de resistencia no ha sido adoptado, pero se asociará a palabras clave como terrorismo, fanatismo e idolatría del dinero.

Esa misma resignificación de la violencia implicará una profundización del descontento filas adentro. La culpabilización recaerá incluso en aquellos adeptos al proceso que no hayan “encaminado” a su círculo familiar antigubernamental a pensar y actuar como el gobierno lo requiere.

Sin duda, la versión del tuitero de confianza se impondrá. Un solo tweet probadamente verídico, estará por encima de la avalancha oficial de posts o noticias audiovisuales.

La actividad pre y post votación de la ANC incluye una fase totalmente estructurada en el pensamiento y la acción más partidocrática: es la del Budget and Finance. La mayor fuerza y supervisión estará puesta en la asignación correcta de recursos, la medida de esa asignación, el seguimiento del performance de entrega, su llegada y uso, así como la recogida y reporte de la información de esos usos.

En conclusión, el levantamiento de toda red clientelar se vuelve la médula de los días por venir. Esa red, cuya supervivencia en el tiempo depende de una organización gubernamental financiera –una, que ha venido dejándola de lado- sabe que el pastel sigue siendo grande, pero que los trozos que reciben los de abajo, se han vuelto cada vez más pequeños. Son momentos en donde la verdad simbólica y emocional se enfrentará proverbialmente a la verdad natural y orgánica del ruido de las tripas.

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