Se\u00f1or Presidente,<\/p>\n
Se\u00f1oras y Se\u00f1ores,<\/p>\n
Buenos d\u00edas,<\/p>\n
Una vez m\u00e1s, siguiendo una tradici\u00f3n de la que me siento honrado, el Secretario General de las Naciones Unidas ha invitado al Papa a dirigirse a esta honorable Asamblea de las Naciones. En nombre propio y en el de toda la comunidad cat\u00f3lica, Se\u00f1or Ban Ki-moon, quiero expresarle el m\u00e1s sincero y cordial agradecimiento. Agradezco tambi\u00e9n sus amables palabras.<\/p>\n
Saludo asimismo a los Jefes de Estado y de Gobierno aqu\u00ed presentes, a los Embajadores, diplom\u00e1ticos y funcionarios pol\u00edticos y t\u00e9cnicos que los acompa\u00f1an, al personal de las Naciones Unidas empe\u00f1ado en esta 70 Sesi\u00f3n de la Asamblea General, al personal de todos los programas y agencias de la familia de la ONU, y a todos los que de un modo u otro participan de esta reuni\u00f3n. Por medio de ustedes saludo tambi\u00e9n a los ciudadanos de todas las naciones representadas en este encuentro. Gracias por los esfuerzos de todos y de cada uno en bien de la humanidad.<\/p>\n
Esta es la quinta vez que un Papa visita las Naciones Unidas. Lo hicieron mis predecesores Pablo VI en 1965, Juan Pablo II en 1979 y 1995 y, mi m\u00e1s reciente predecesor, hoy el Papa Em\u00e9rito Benedicto XVI, en 2008. Todos ellos no ahorraron expresiones de reconocimiento para la Organizaci\u00f3n, consider\u00e1ndola la respuesta jur\u00eddica y pol\u00edtica adecuada al momento hist\u00f3rico, caracterizado por la superaci\u00f3n tecnol\u00f3gica de las distancias y fronteras y, aparentemente, de cualquier l\u00edmite natural a la afirmaci\u00f3n del poder. Una respuesta imprescindible ya que el poder tecnol\u00f3gico, en manos de ideolog\u00edas nacionalistas o falsamente universalistas, es capaz de producir tremendas atrocidades. No puedo por menos que asociarme al aprecio de mis predecesores, reafirmando la importancia que la Iglesia Cat\u00f3lica concede a esta instituci\u00f3n y las esperanzas que pone en sus actividades.<\/p>\n
La historia de la comunidad organizada de los Estados, representada por las Naciones Unidas, que festeja en estos d\u00edas su 70 aniversario, es una historia de importantes \u00e9xitos comunes, en un per\u00edodo de inusitada aceleraci\u00f3n de los acontecimientos. Sin pretensi\u00f3n de exhaustividad, se puede mencionar la codificaci\u00f3n y el desarrollo del derecho internacional, la construcci\u00f3n de la normativa internacional de derechos humanos, el perfeccionamiento del derecho humanitario, la soluci\u00f3n de muchos conflictos y operaciones de paz y reconciliaci\u00f3n, y tantos otros logros en todos los campos de la proyecci\u00f3n internacional del quehacer humano.<\/p>\n
Todas estas realizaciones son luces que contrastan la oscuridad del desorden causado por las ambiciones descontroladas y los ego\u00edsmos colectivos. Es cierto que a\u00fan son muchos los graves problemas no resueltos, pero tambi\u00e9n es evidente que, si hubiera faltado toda esa actividad internacional, la humanidad podr\u00eda no haber sobrevivido al uso descontrolado de sus propias potencialidades. Cada uno de estos progresos pol\u00edticos, jur\u00eddicos y t\u00e9cnicos son un camino de concreci\u00f3n del ideal de la fraternidad humana y un medio para su mayor realizaci\u00f3n.<\/p>\n
Rindo pues, homenaje a todos los hombres y mujeres que han servido leal y sacrificadamente a toda la humanidad en estos 70 a\u00f1os. En particular, quiero recordar hoy a los que han dado su vida por la paz y la reconciliaci\u00f3n de los pueblos, desde Dag Hammarskj\u00f6ld hasta los much\u00edsimos funcionarios de todos los niveles, fallecidos en las misiones humanitarias, de paz y reconciliaci\u00f3n.<\/p>\n
La experiencia de estos 70 a\u00f1os, m\u00e1s all\u00e1 de todo lo conseguido, muestra que la reforma y la adaptaci\u00f3n a los tiempos siempre es necesaria, progresando hacia el objetivo \u00faltimo de conceder a todos los pa\u00edses, sin excepci\u00f3n, una participaci\u00f3n y una incidencia real y equitativa en las decisiones. Esta necesidad de una mayor equidad, vale especialmente para los cuerpos con efectiva capacidad ejecutiva, como es el caso del Consejo de Seguridad, los organismos financieros y los grupos o mecanismos especialmente creados para afrontar las crisis econ\u00f3micas. Esto ayudar\u00e1 a limitar todo tipo de abuso o usura sobre todo con los pa\u00edses en v\u00edas de desarrollo. Los organismos financieros internacionales han de velar por el desarrollo sostenible de los pa\u00edses y la no sumisi\u00f3n asfixiante de \u00e9stos a sistemas crediticios que, lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusi\u00f3n y dependencia.<\/p>\n
La labor de las Naciones Unidas, a partir de los postulados del Pre\u00e1mbulo y de los primeros art\u00edculos de su Carta Constitucional, puede ser vista como el desarrollo y la promoci\u00f3n de la soberan\u00eda del derecho, sabiendo que la justicia es requisito indispensable para obtener el ideal de la fraternidad universal. En este contexto, cabe recordar que la limitaci\u00f3n del poder es una idea impl\u00edcita en el concepto de derecho. Dar a cada uno lo suyo, siguiendo la definici\u00f3n cl\u00e1sica de justicia, significa que ning\u00fan individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales. La distribuci\u00f3n f\u00e1ctica del poder (pol\u00edtico, econ\u00f3mico, de defensa, tecnol\u00f3gico, etc.) entre una pluralidad de sujetos y la creaci\u00f3n de un sistema jur\u00eddico de regulaci\u00f3n de las pretensiones e intereses, concreta la limitaci\u00f3n del poder. El panorama mundial hoy nos presenta, sin embargo, muchos falsos derechos, y \u2013a la vez\u2013 grandes sectores indefensos, v\u00edctimas m\u00e1s bien de un mal ejercicio del poder: el ambiente natural y el vasto mundo de mujeres y hombres excluidos. Dos sectores \u00edntimamente unidos entre s\u00ed, que las relaciones pol\u00edticas y econ\u00f3micas preponderantes han convertido en partes fr\u00e1giles de la realidad. Por eso hay que afirmar con fuerza sus derechos, consolidando la protecci\u00f3n del ambiente y acabando con la exclusi\u00f3n.<\/p>\n
Ante todo, hay que afirmar que existe un verdadero \u00abderecho del ambiente\u00bb por un doble motivo. Primero, porque los seres humanos somos parte del ambiente. Vivimos en comuni\u00f3n con \u00e9l, porque el mismo ambiente comporta l\u00edmites \u00e9ticos que la acci\u00f3n humana debe reconocer y respetar. El hombre, aun cuando est\u00e1 dotado de \u00abcapacidades in\u00e9ditas\u00bb que \u00abmuestran una singularidad que trasciende el \u00e1mbito f\u00edsico y biol\u00f3gico\u00bb (Laudato si\u2019, 81), es al mismo tiempo una porci\u00f3n de ese ambiente. Tiene un cuerpo formado por elementos f\u00edsicos, qu\u00edmicos y biol\u00f3gicos, y solo puede sobrevivir y desarrollarse si el ambiente ecol\u00f3gico le es favorable. Cualquier da\u00f1o al ambiente, por tanto, es un da\u00f1o a la humanidad. Segundo, porque cada una de las creaturas, especialmente las vivientes, tiene un valor en s\u00ed misma, de existencia, de vida, de belleza y de interdependencia con las dem\u00e1s creaturas. Los cristianos, junto a otras religiones monote\u00edstas, creemos que el universo proviene de una decisi\u00f3n de amor del Creador, que permite al hombre servirse respetuosamente de la creaci\u00f3n para el bien de sus semejantes y para gloria del Creador, pero que no puede abusar de ella y mucho menos est\u00e1 autorizado a destruirla. Para todas las creencias religiosas, el ambiente es un bien fundamental (cf. ib\u00edd., 81).<\/p>\n
El abuso y la destrucci\u00f3n del ambiente, al mismo tiempo, van acompa\u00f1ados por un imparable proceso de exclusi\u00f3n. En efecto, un af\u00e1n ego\u00edsta e ilimitado de poder y de bienestar material lleva tanto a abusar de los recursos materiales disponibles como a excluir a los d\u00e9biles y con menos habilidades, ya sea por tener capacidades diferentes, discapacidades o porque est\u00e1n privados de los conocimientos e instrumentos t\u00e9cnicos adecuados o poseen insuficiente capacidad de decisi\u00f3n pol\u00edtica. La exclusi\u00f3n econ\u00f3mica y social es una negaci\u00f3n total de la fraternidad humana y un grav\u00edsimo atentado a los derechos humanos y al ambiente. Los m\u00e1s pobres son los que m\u00e1s sufren estos atentados por un triple grave motivo: son descartados por la sociedad, son al mismo tiempo obligados a vivir del descarte y deben injustamente sufrir las consecuencias del abuso del ambiente. Estos fen\u00f3menos conforman la hoy tan difundida e inconscientemente consolidada \u00abcultura del descarte\u00bb.<\/p>\n
Lo dram\u00e1tico de toda esta situaci\u00f3n de exclusi\u00f3n e inequidad, con sus claras consecuencias, me lleva junto a todo el pueblo cristiano y a tantos otros a tomar conciencia tambi\u00e9n de mi grave responsabilidad al respecto, por lo cual alzo mi voz, junto a la de todos aquellos que anhelan soluciones urgentes y efectivas. La adopci\u00f3n de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la Cumbre mundial que iniciar\u00e1 hoy mismo, es una importante se\u00f1al de esperanza. Conf\u00edo tambi\u00e9n que la Conferencia de Par\u00eds sobre el cambio clim\u00e1tico logre acuerdos fundamentales y eficaces.<\/p>\n
No bastan, sin embargo, los compromisos asumidos solemnemente, aunque constituyen, ciertamente, un paso necesario para las soluciones. La definici\u00f3n cl\u00e1sica de justicia a que alud\u00ed anteriormente contiene como elemento esencial una voluntad constante y perpetua: Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi. El mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, pr\u00e1ctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fen\u00f3meno de la exclusi\u00f3n social y econ\u00f3mica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de \u00f3rganos y tejidos humanos, explotaci\u00f3n sexual de ni\u00f1os y ni\u00f1as, trabajo esclavo, incluyendo la prostituci\u00f3n, tr\u00e1fico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado. Es tal la magnitud de esta situaci\u00f3n y el grado de vidas inocentes que va cobrando, que hemos de evitar toda tentaci\u00f3n de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias. Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos estos flagelos.<\/p>\n
La multiplicidad y complejidad de los problemas exige contar con instrumentos t\u00e9cnicos de medida. Esto, empero, comporta un doble peligro: limitarse al ejercicio burocr\u00e1tico de redactar largas enumeraciones de buenos prop\u00f3sitos \u2013metas, objetivos e indicadores estad\u00edsticos\u2013, o creer que una \u00fanica soluci\u00f3n te\u00f3rica y aprior\u00edstica dar\u00e1 respuesta a todos los desaf\u00edos. No hay que perder de vista, en ning\u00fan momento, que la acci\u00f3n pol\u00edtica y econ\u00f3mica, solo es eficaz cuando se la entiende como una actividad prudencial, guiada por un concepto perenne de justicia y que no pierde de vista en ning\u00fan momento que, antes y m\u00e1s all\u00e1 de los planes y programas, hay mujeres y hombres concretos, iguales a los gobernantes, que viven, luchan, sufren, y que muchas veces se ven obligados a vivir miserablemente, privados de cualquier derecho.<\/p>\n
Para que estos hombres y mujeres concretos puedan escapar de la pobreza extrema, hay que permitirles ser dignos actores de su propio destino. El desarrollo humano integral y el pleno ejercicio de la dignidad humana no pueden ser impuestos. Deben ser edificados y desplegados por cada uno, por cada familia, en comuni\u00f3n con los dem\u00e1s hombres y en una justa relaci\u00f3n con todos los c\u00edrculos en los que se desarrolla la socialidad humana \u2013amigos, comunidades, aldeas y municipios, escuelas, empresas y sindicatos, provincias, naciones\u2013. Esto supone y exige el derecho a la educaci\u00f3n \u2013tambi\u00e9n para las ni\u00f1as, excluidas en algunas partes\u2013, derecho a la educaci\u00f3n que se asegura en primer lugar respetando y reforzando el derecho primario de las familias a educar, y el derecho de las Iglesias y de las agrupaciones sociales a sostener y colaborar con las familias en la formaci\u00f3n de sus hijas e hijos. La educaci\u00f3n, as\u00ed concebida, es la base para la realizaci\u00f3n de la Agenda 2030 y para recuperar el ambiente.<\/p>\n
Al mismo tiempo, los gobernantes han de hacer todo lo posible a fin de que todos puedan tener la m\u00ednima base material y espiritual para ejercer su dignidad y para formar y mantener una familia, que es la c\u00e9lula primaria de cualquier desarrollo social. Este m\u00ednimo absoluto tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad de esp\u00edritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educaci\u00f3n y todos los otros derechos c\u00edvicos.<\/p>\n
Por todo esto, la medida y el indicador m\u00e1s simple y adecuado del cumplimiento de la nueva Agenda para el desarrollo ser\u00e1 el acceso efectivo, pr\u00e1ctico e inmediato, para todos, a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda propia, trabajo digno y debidamente remunerado, alimentaci\u00f3n adecuada y agua potable; libertad religiosa, y m\u00e1s en general libertad de esp\u00edritu y educaci\u00f3n. Al mismo tiempo, estos pilares del desarrollo humano integral tienen un fundamento com\u00fan, que es el derecho a la vida y, m\u00e1s en general, el que podr\u00edamos llamar el derecho a la existencia de la misma naturaleza humana.<\/p>\n
La crisis ecol\u00f3gica, junto con la destrucci\u00f3n de buena parte de la biodiversidad, puede poner en peligro la existencia misma de la especie humana. Las nefastas consecuencias de un irresponsable desgobierno de la econom\u00eda mundial, guiado solo por la ambici\u00f3n de lucro y del poder, deben ser un llamado a una severa reflexi\u00f3n sobre el hombre: \u00abEl hombre no es solamente una libertad que \u00e9l se crea por s\u00ed solo. El hombre no se crea a s\u00ed mismo. Es esp\u00edritu y voluntad, pero tambi\u00e9n naturaleza\u00bb (Benedicto XVI, Discurso al Parlamento Federal de Alemania, 22 septiembre 2011; citado en Laudato si\u2019, 6). La creaci\u00f3n se ve perjudicada \u00abdonde nosotros mismos somos las \u00faltimas instancias […] El derroche de la creaci\u00f3n comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino que solo nos vemos a nosotros mismos\u00bb (Id., Discurso al Clero de la Di\u00f3cesis de Bolzano-Bressanone, 6 agosto 2008; citado ib\u00edd.). Por eso, la defensa del ambiente y la lucha contra la exclusi\u00f3n exigen el reconocimiento de una ley moral inscrita en la propia naturaleza humana, que comprende la distinci\u00f3n natural entre hombre y mujer (cf. Laudato si\u2019, 155), y el absoluto respeto de la vida en todas sus etapas y dimensiones (cf. ib\u00edd., 123; 136).<\/p>\n
Sin el reconocimiento de unos l\u00edmites \u00e9ticos naturales insalvables y sin la actuaci\u00f3n inmediata de aquellos pilares del desarrollo humano integral, el ideal de \u00absalvar las futuras generaciones del flagelo de la guerra\u00bb (Carta de las Naciones Unidas, Pre\u00e1mbulo) y de \u00abpromover el progreso social y un m\u00e1s elevado nivel de vida en una m\u00e1s amplia libertad\u00bb (ib\u00edd.) corre el riesgo de convertirse en un espejismo inalcanzable o, peor a\u00fan, en palabras vac\u00edas que sirven de excusa para cualquier abuso y corrupci\u00f3n, o para promover una colonizaci\u00f3n ideol\u00f3gica a trav\u00e9s de la imposici\u00f3n de modelos y estilos de vida an\u00f3malos, extra\u00f1os a la identidad de los pueblos y, en \u00faltimo t\u00e9rmino, irresponsables. La guerra es la negaci\u00f3n de todos los derechos y una dram\u00e1tica agresi\u00f3n al ambiente. Si se quiere un verdadero desarrollo humano integral para todos, se debe continuar incansablemente con la tarea de evitar la guerra entre las naciones y entre los pueblos.<\/p>\n
Para tal fin hay que asegurar el imperio incontestado del derecho y el infatigable recurso a la negociaci\u00f3n, a los buenos oficios y al arbitraje, como propone la Carta de las Naciones Unidas, verdadera norma jur\u00eddica fundamental. La experiencia de los 70 a\u00f1os de existencia de las Naciones Unidas, en general, y en particular la experiencia de los primeros 15 a\u00f1os del tercer milenio, muestran tanto la eficacia de la plena aplicaci\u00f3n de las normas internacionales como la ineficacia de su incumplimiento. Si se respeta y aplica la Carta de las Naciones Unidas con transparencia y sinceridad, sin segundas intenciones, como un punto de referencia obligatorio de justicia y no como un instrumento para disfrazar intenciones espurias, se alcanzan resultados de paz. Cuando, en cambio, se confunde la norma con un simple instrumento, para utilizar cuando resulta favorable y para eludir cuando no lo es, se abre una verdadera caja de Pandora de fuerzas incontrolables, que da\u00f1an gravemente las poblaciones inermes, el ambiente cultural e incluso el ambiente biol\u00f3gico.<\/p>\n
El Pre\u00e1mbulo y el primer art\u00edculo de la Carta de las Naciones Unidas indican los cimientos de la construcci\u00f3n jur\u00eddica internacional: la paz, la soluci\u00f3n pac\u00edfica de las controversias y el desarrollo de relaciones de amistad entre las naciones. Contrasta fuertemente con estas afirmaciones, y las niega en la pr\u00e1ctica, la tendencia siempre presente a la proliferaci\u00f3n de las armas, especialmente las de destrucci\u00f3n masiva como pueden ser las nucleares. Una \u00e9tica y un derecho basados en la amenaza de destrucci\u00f3n mutua \u2013y posiblemente de toda la humanidad\u2013 son contradictorios y constituyen un fraude a toda la construcci\u00f3n de las Naciones Unidas, que pasar\u00edan a ser \u00abNaciones unidas por el miedo y la desconfianza\u00bb. Hay que empe\u00f1arse por un mundo sin armas nucleares, aplicando plenamente el Tratado de no proliferaci\u00f3n, en la letra y en el esp\u00edritu, hacia una total prohibici\u00f3n de estos instrumentos.<\/p>\n
El reciente acuerdo sobre la cuesti\u00f3n nuclear en una regi\u00f3n sensible de Asia y Oriente Medio es una prueba de las posibilidades de la buena voluntad pol\u00edtica y del derecho, ejercidos con sinceridad, paciencia y constancia. Hago votos para que este acuerdo sea duradero y eficaz y d\u00e9 los frutos deseados con la colaboraci\u00f3n de todas las partes implicadas. En ese sentido, no faltan duras pruebas de las consecuencias negativas de las intervenciones pol\u00edticas y militares no coordinadas entre los miembros de la comunidad internacional. Por eso, aun deseando no tener la necesidad de hacerlo, no puedo dejar de reiterar mis repetidos llamamientos en relaci\u00f3n con la dolorosa situaci\u00f3n de todo el Oriente Medio, del norte de \u00c1frica y de otros pa\u00edses africanos, donde los cristianos, junto con otros grupos culturales o \u00e9tnicos e incluso junto con aquella parte de los miembros de la religi\u00f3n mayoritaria que no quiere dejarse envolver por el odio y la locura, han sido obligados a ser testigos de la destrucci\u00f3n de sus lugares de culto, de su patrimonio cultural y religioso, de sus casas y haberes y han sido puestos en la disyuntiva de huir o de pagar su adhesi\u00f3n al bien y a la paz con la propia vida o con la esclavitud.<\/p>\n
Estas realidades deben constituir un serio llamado a un examen de conciencia de los que est\u00e1n a cargo de la conducci\u00f3n de los asuntos internacionales. No solo en los casos de persecuci\u00f3n religiosa o cultural, sino en cada situaci\u00f3n de conflicto, como en Ucrania, en Siria, en Irak, en Libia, en Sud\u00e1n del Sur y en la regi\u00f3n de los Grandes Lagos, hay rostros concretos antes que intereses de parte, por leg\u00edtimos que sean. En las guerras y conflictos hay seres humanos singulares, hermanos y hermanas nuestros, hombres y mujeres, j\u00f3venes y ancianos, ni\u00f1os y ni\u00f1as, que lloran, sufren y mueren. Seres humanos que se convierten en material de descarte cuando solo la actividad consiste solo en enumerar problemas, estrategias y discusiones.<\/p>\n
Como ped\u00eda al Secretario General de las Naciones Unidas en mi carta del 9 de agosto de 2014, \u00abla m\u00e1s elemental comprensi\u00f3n de la dignidad humana obliga a la comunidad internacional, en particular a trav\u00e9s de las normas y los mecanismos del derecho internacional, a hacer todo lo posible para detener y prevenir ulteriores violencias sistem\u00e1ticas contra las minor\u00edas \u00e9tnicas y religiosas\u00bb y para proteger a las poblaciones inocentes.<\/p>\n
En esta misma l\u00ednea quisiera hacer menci\u00f3n a otro tipo de conflictividad no siempre tan explicitada pero que silenciosamente viene cobrando la muerte de millones de personas. Otra clase de guerra que viven muchas de nuestras sociedades con el fen\u00f3meno del narcotr\u00e1fico. Una guerra \u00abasumida\u00bb y pobremente combatida. El narcotr\u00e1fico por su propia din\u00e1mica va acompa\u00f1ado de la trata de personas, del lavado de activos, del tr\u00e1fico de armas, de la explotaci\u00f3n infantil y de otras formas de corrupci\u00f3n. Corrupci\u00f3n que ha penetrado los distintos niveles de la vida social, pol\u00edtica, militar, art\u00edstica y religiosa, generando, en muchos casos, una estructura paralela que pone en riesgo la credibilidad de nuestras instituciones.<\/p>\n
Comenc\u00e9 esta intervenci\u00f3n recordando las visitas de mis predecesores.<\/p>\n
Quisiera ahora que mis palabras fueran especialmente como una continuaci\u00f3n de las palabras finales del discurso de Pablo VI, pronunciado hace casi exactamente 50 a\u00f1os, pero de valor perenne, cito: \u00abHa llegado la hora en que se impone una pausa, un momento de recogimiento, de reflexi\u00f3n, casi de oraci\u00f3n: volver a pensar en nuestro com\u00fan origen, en nuestra historia, en nuestro destino com\u00fan. Nunca, como hoy, […] ha sido tan necesaria la conciencia moral del hombre, porque el peligro no viene ni del progreso ni de la ciencia, que, bien utilizados, podr\u00e1n […] resolver muchos de los graves problemas que afligen a la humanidad\u00bb (Discurso a los Representantes de los Estados, 4 de octubre de 1965).<\/p>\n
Entre otras cosas, sin duda, la genialidad humana, bien aplicada, ayudar\u00e1 a resolver los graves desaf\u00edos de la degradaci\u00f3n ecol\u00f3gica y de la exclusi\u00f3n. Contin\u00fao con Pablo VI: \u00abEl verdadero peligro est\u00e1 en el hombre, que dispone de instrumentos cada vez m\u00e1s poderosos, capaces de llevar tanto a la ruina como a las m\u00e1s altas conquistas\u00bb (ib\u00edd.). Hasta aqu\u00ed Pablo VI.<\/p>\n
La casa com\u00fan de todos los hombres debe continuar levant\u00e1ndose sobre una recta comprensi\u00f3n de la fraternidad universal y sobre el respeto de la sacralidad de cada vida humana, de cada hombre y cada mujer; de los pobres, de los ancianos, de los ni\u00f1os, de los enfermos, de los no nacidos, de los desocupados, de los abandonados, de los que se juzgan descartables porque no se los considera m\u00e1s que n\u00fameros de una u otra estad\u00edstica. La casa com\u00fan de todos los hombres debe tambi\u00e9n edificarse sobre la comprensi\u00f3n de una cierta sacralidad de la naturaleza creada.<\/p>\n
Tal comprensi\u00f3n y respeto exigen un grado superior de sabidur\u00eda, que acepte la trascendencia de uno mismo, que renuncie a la construcci\u00f3n de una elite omnipotente, y comprenda que el sentido pleno de la vida singular y colectiva se da en el servicio abnegado de los dem\u00e1s y en el uso prudente y respetuoso de la creaci\u00f3n para el bien com\u00fan. Repitiendo las palabras de Pablo VI, \u00abel edificio de la civilizaci\u00f3n moderna debe levantarse sobre principios espirituales, los \u00fanicos capaces no s\u00f3lo de sostenerlo, sino tambi\u00e9n de iluminarlo\u00bb (ib\u00edd.).<\/p>\n
El gaucho Mart\u00edn Fierro, un cl\u00e1sico de la literatura en mi tierra natal, canta: \u00abLos hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan uni\u00f3n verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera\u00bb.<\/p>\n
El mundo contempor\u00e1neo, aparentemente conexo, experimenta una creciente y sostenida fragmentaci\u00f3n social que pone en riesgo \u00abtodo fundamento de la vida social\u00bb y por lo tanto \u00abtermina por enfrentarnos unos con otros para preservar los propios intereses\u00bb (Laudato si\u2019, 229).<\/p>\n
El tiempo presente nos invita a privilegiar acciones que generen dinamismos nuevos en la sociedad hasta que fructifiquen en importantes y positivos acontecimientos hist\u00f3ricos (cf. Evangelii gaudium, 223). No podemos permitirnos postergar \u00abalgunas agendas\u00bb para el futuro. El futuro nos pide decisiones cr\u00edticas y globales de cara a los conflictos mundiales que aumentan el n\u00famero de excluidos y necesitados.<\/p>\n
La laudable construcci\u00f3n jur\u00eddica internacional de la Organizaci\u00f3n de las Naciones Unidas y de todas sus realizaciones, perfeccionable como cualquier otra obra humana y, al mismo tiempo, necesaria, puede ser prenda de un futuro seguro y feliz para las generaciones futuras. Y lo ser\u00e1 si los representantes de los Estados sabr\u00e1n dejar de lado intereses sectoriales e ideolog\u00edas, y buscar sinceramente el servicio del bien com\u00fan. Pido a Dios Todopoderoso que as\u00ed sea, y les aseguro mi apoyo, mi oraci\u00f3n y el apoyo y las oraciones de todos los fieles de la Iglesia Cat\u00f3lica, para que esta Instituci\u00f3n, todos sus Estados miembros y cada uno de sus funcionarios, rinda siempre un servicio eficaz a la humanidad, un servicio respetuoso de la diversidad y que sepa potenciar, para el bien com\u00fan, lo mejor de cada pueblo y de cada ciudadano. Que Dios los bendiga a Todos.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
Se\u00f1or Presidente, Se\u00f1oras y Se\u00f1ores, Buenos d\u00edas, Una vez m\u00e1s, siguiendo una tradici\u00f3n de la que me siento honrado, el Secretario General de las Naciones Unidas ha invitado al Papa a dirigirse a esta honorable Asamblea de las Naciones. En nombre propio y en el de toda la comunidad cat\u00f3lica, Se\u00f1or Ban Ki-moon, quiero expresarle el m\u00e1s sincero y cordial agradecimiento. Agradezco tambi\u00e9n sus amables palabras. Saludo asimismo a los Jefes de Estado y de Gobierno aqu\u00ed presentes, a los Embajadores, diplom\u00e1ticos y funcionarios pol\u00edticos y t\u00e9cnicos que los acompa\u00f1an, al personal de las Naciones Unidas empe\u00f1ado en esta 70 Sesi\u00f3n de la Asamblea General, al personal de todos los programas y agencias de la familia de la ONU, y a todos los que de un modo u otro participan de esta reuni\u00f3n. Por medio de ustedes saludo tambi\u00e9n a los ciudadanos de todas las naciones representadas en este encuentro.…<\/p>\n